sábado, 23 de noviembre de 2013

RELATOS DEL MES: HOMENAJE AL MARISCAL ANDRÉS AVELINO CÁCERES. "EL BRUJO DE LOS ANDES".


Es considerado un héroe nacional por liderar la resistencia en la sierra central durante la Guerra del Pacífico siendo general del Ejército Peruano. Merced a su labor, es considerado también patrono del Arma de Infantería del Ejército Peruano.

BIOGRAFÍA
El mariscal Andrés Avelino Cáceres, junto con Miguel Grau y Francisco Bolognesi, forman la trilogía de los grandes héroes nacionales de la guerra con Chile.
Nació el  10 de noviembre de 1836, en la ciudad de Ayacucho, fue hijo de Domingo Cáceres y de Justina Dorregaray. Al sentar plaza de soldado, casi adolescente, participó en varias acciones bajo las órdenes del mariscal Ramón Castilla.
En 1863 ascendió al grado de mayor tras haber tomado parte en la expedición a Guayaquil. Dos años más tarde ascendió a teniente coronel, grado con el que toma parte en el Combate del 2 de Mayo contra la escuadra española, teniendo una destacada actuación.
Cáceres era coronel cuando se produjo la guerra con Chile. En la primera división que comandaba el coronel Belisario Suárez, toma parte en la Batalla de Tarapacá donde, al mando de los batallones Zepita y Dos de Mayo, alcanzó la cumbre haciendo huir a los chilenos.
Vio morir a su hermano en sus propios brazos, destrozado por las balas enemigas. Pero remontando su dolor, montó a caballo y siguió luchando hasta alcanzar la total victoria.
Cáceres combatió heroicamente en San Juan de Miraflores. Cuando Lima fue ocupada por los invasores huyó hacia la sierra, a pesar de estar herido. Entre los paisajes andinos organizó la resistencia y escribió revelantes páginas de nuestra historia.
Venció a las tropas chilenas en Chilca, Marcavalle, Pucará, Concepción y Llanganuco, tras admirables golpes de decisión y audacia. Las acciones sorpresivas de Cáceres y su dominio de la estrategia le hicieron acreedor del apelativo El Brujo de los Andes. A sus acciones se les llama la Campaña de La Breña.
Finalmente, fue derrotado en Huamachuco, lo que puso fin a las esperanzas de expulsar a los chilenos.
Después sirvió como diplomático en Alemania e Italia y en 1919 el Congreso de la República le confirió el grado de mariscal. Falleció el 10 de octubre de 1923, cubierto de honores y dueño de la gratitud nacional.

Coronel Andrés Avelino Cáceres. Foto Courret

¿POR QUÉ LE DECÍAN EL "BRUJO DE LOS ANDES"       
Fue protagonista de la Campaña de la Breña para resistir la invasión chilena en la cordillera peruana. Se ganó el apelativo del 'Brujo de los Andes' porque a pesar de la mayor cantidad de soldados que integraban el ejército chileno, se enfrentó a ellos en múltiples combates. Cuentan que disfrazaba a las llamas con chullos y ponchos para hacer ver su mayor numero de tropas ante el enemigo, Se hacía perseguir por terrenos difíciles hasta alturas insoportables para los adversarios, quienes caían víctimas del soroche, otro truco que le usaba era poner las herrraduras de los caballos de forma inversa para despistar al ejercito chileno.                                    
UNA DE LAS MUCHAS DEL "BRUJO DE LOS ANDES"

Con este epíteto es conocido nuestro inmortal paisano: Mariscal Andrés Avelino Cáceres, de quien se cuentan varias tradiciones, muy divertidas y originales. Una de ellas es la batalla de «Acuchimay», que se realizó en 1882.
Estaba acantonado un destacamento chileno en el cuartel de San­ta Catalina de Huamanga, con todos los pertrechos de guerra: fusiles, municiones y algunos cañoncitos. 
Cáceres quiso atrapar aquellos fusiles y municiones, para sus montoneros, que sólo tenían como armas de combate: rejones, cuchillos, garrotes, lazos de cocobolo, etc. Para el efecto ocultó a sus montoneros tras el cerro de «Campanayocc>, y él se dirigió a la quebrada de «Huatatas», donde cambió sus vestimentas de militar y se disfrazó de chuto. Con sus cargas de leña, se dirige a la ciudad de Huamanga.
Bien pronto se encontró con un chileno, quien le interroga: «Oye chuto, le dice, ¿vendes tus cargas de leña?" Sí taytay, responde Cáceres ¿Cuánto cuesta? Le contesta, el Brujo: «a escayral tayra" bien, vamos. Encamínanse con el soldado chileno para que descargue en la cocina. En esos instantes, Cáceres, ya echó ojo, donde estaban los armamentos y municiones.
Recibido sus cuatro reales, valor de las cargas de leña, se retira muy contento el chuto «Cáceres». Regresa a «Huatatas», devuelve los dos borriquillos, nuevamente cambia sus disfraces de chuto, y se encamina donde sus montoneros.
Planeó el combate, y de noche se sitúan tras del cerro «Acuchimay», con sus montoneros, más cuarenticinco llamas, a cuyos animales les atan trapos bien encebados al cuello. Cada montonero con sus teas encendi­das, y los pescuezos encebados de las llamas, también fueron encendi­dos.
A una señal, a las nueve de la noche, todos: montoneros y llamas, emprendieron la bajada del cerro, con una bulla fenomenal, acompaña­do del sonido de latas y cohetes, que al verse el cerro, parecía que des­cendía una poderosa fuerza de miles de soldados, al grito de: «Mueran los canallas chilenos».
La guarnición de Santa Catalina no tuvo otro remedio que irse a la fuga; sin pensar siquiera en defenderse, dejando los fusiles, municiones, cañoncitos y pertrechos de guerra.
Entran a la ciudad por «lIucha llucha», y toman el cuartel, y tran­quilamente sin perder ningún hombre, se apoderan de los fusiles, muni­ciones, etc., y se retiran a las punas de Altungana, donde comenzó a enseñar a sus montoneros el manejo de las armas; e instruía ya las tácti­cas de batalla, con toda la técnica bélica de entonces.
Los chilenos, casi muertos de espanto se detuvieron en las quebra­das de la «Totora», y como nadie les perseguía, al día siguiente regresan sigilosamente a Huamanga; averiguan de las huestes de Cáceres, y llegan a saber que se habían retirado esa misma noche. Constituidos en su cuartel vieron con sorpresa que o habían limpiado de todo lo que te­nían. Al verse engañados tan puerilmente, los chilenos estaban más colé­ricos que nunca. Aún más, por la treta de las llamas, con que habían sido suplantados, por el «Brujo de los Andes». 
Al día siguiente mandaron publicar un bando donde ofrecían mil quinientos pesos por la cabeza de Cáceres; cosa que no pudo cumplirse, pues nuestro héroe Huamanguino murió muchos años después; aún fue Presidente de la República por dos veces y finalmente Mariscal del Perú. Murió de puro viejo, bien tranquilo en su cama, en su residencia, en la ciudad de 'los Reyes», Capital de !a República, en el año de 1929.

Juan de Mata Peralta Ramírez. “Tradiciones de Huamanga” Tomo I; pp.63-64

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